Cómo razonar como Sherlock Holmes y la regla de la Sana Crítica

Sherlock Holmes, el detective que nunca existió, el detective consultor que inventó una profesión, el personaje cuya lógica es practicada hoy por policías, abogados y jueces y que sigue maravillando al mundo con su paradigma de investigación y de resolución de conflictos. Por difícil que un asunto sea, todo tiene una solución. Es impactante, claro.

Su “ciencia deductiva”, es estudiada por criminólogos y criminalistas de todo el mundo, pero también por empresarios, y por el más común de los mortales, entre los que yo me encuentro.

Su “elemental” diferencia entre ver y observar, cada día gana más adeptos que entrenan su mente para ser capaces de llegar a soluciones eficaces mediante la deducción, utilizando siempre la lógica. Así es. Sherlock no tiene poderes sobrenaturales, no es mago, no es un superhombre, y es precisamente por eso por lo que me deja obnubilada. Sherlock es “simplemente” Sherlock.

se me ocurren algunos motivos de exploración no criminal por los que vale la pena hacer el esfuerzo de “hacer un Holmes”, y de los que podemos hablar:

- Enfocar la atención. Aunque parezca simple, no lo es. El que está acostumbrado a dispersar su atención, tiene aquí un buen trabajo.

- Ponerme en marcha. Comenzar un nuevo proyecto. Actuar. Un, dos, tres, Ya.

- Poner a trabajar mis cinco sentidos a la vez. Si está pensando que ya lo hace, es posible que se equivoque.

- Quiero tomar una decisión. He aquí el talón de Aquiles para usted, para mí, y para muchos. Veamos pues, cómo lo hace Sherlock.

- Controlar mi ansiedad, mi tensión arterial, mis pulsaciones cardiacas. En serio, se puede.

- Mantener mi mente joven. Hay que entrenar.

Los pasos que recomienda Holmes para conseguir esto y más, son sencillos en el planteamiento y toma su base de lo que denomina su “ciencia deductiva. Hablemos de ello.